jueves, 4 de febrero de 2010

Con el calor, sobre la calle

Yo vivo el despojo del viajero
el largo camino de ansiedad, el minuto previo
la firmeza de las manos al tocar sólo lo que sale al encuentro.

Como el sueño que persiste, ante todos los tiempos, se enciende.

Creía que llegar a destino era un descanso que compartíamos
y que todo aquello que pedimos se iría, con el calor, sobre la calle.
Un ascenso leve, sin imponer condición ninguna.

Pero entrar en el espacio de un cuerpo, como morder,
no puede ser más que ardiendo
con gesto de garras.

Tal vez seamos
dos tierras paralelas
que se rozan
para evitar la herida
o quizás
sea esta
una nueva forma de desarmarnos.

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