jueves, 28 de enero de 2010

LIBRO TERCERO: LAS PROFUNDIDADES

Lo hacías, seguramente


¿De qué será este dolor de agua, parecido a un estancamiento peligroso al calor, un acento de lo femenino, como si todo tuviera lugar en la panza?
Agarré un paño y me cubrí los riñones de blanco y al mismo tiempo que transpiraba bebía del manantial para ver si nacía Pegaso y nos llevaba a un lugar de silencio. Y no te culpo por este fastidio ni por las cosas graves, como no decidir el tono de las palabras: de fe o el más yermo de los desiertos.
Yo si pudiera tomaría partido, aunque ando también de un estado al otro ya que me es imposible ahogarme con la corriente o cantar desde la risa como un pájaro. Son las ansias de saber lo que impide que me deje como cuando éramos chicas, y con las piernas estiradas y los brazos en cruz inflábamos las costillas y quedábamos suspendidas, una forma de aguantar el peso propio y el cielo sobre los ojos, vos también lo hacías, seguramente.

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