En el canto entre realidad
del día casero estiraba la mano y la noche
intentaba saludarte. ¿Un sueño?
El peso muerto
admitía sólo el atisbo de una sonrisa.
Como la boca del bebé
girasol en la siesta.
Un cuerpo enmarañado y calmo
que distingue en la puerta la sombra del varón contra la luz.
Dejé el beso llegar a la comisura,
telón para las palabras del héroe
que se llena de ímpetu antes de un viaje, complicado y victorioso,
-estás hermosa-.
Con la panza en el colchón
me acuesto en la soledad de una segunda noche.
Incomodidad y fueron las preguntas
del mañana las imágenes que son otras.
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